Hace algunos meses ya os enseñé en este post como había quedado mi comedor después de la reforma y la mudanza (aunque debería hacer otro porque ya está todo cambiado, no aguanto mucho sin redecorar). Hoy retomo esa sección para enseñaros un espacio mucho más personal, mi dormitorio. Llevaba meses ya en realidad, pero no conseguía decidir qué poner encima de la cama. De hecho la idea originaria era poner dragones de Foo de diferentes tamaños en ménsulas blancas de escayola. Pero la semana pasada encontré una verdadera maravilla; una litografía francesa de principios del XIX del gran Delarue, y automáticamente pensé que tenía que ponerla ahí. También os digo, creo que no me quedan más paredes libres en casa. Tengo cuadrodiógenes.
Tenía muy claro que quería que todo fuese blanco, y que el gran protagonista fuese la luz del cielo de Madrid que entra por el balcón y se refleja en las lágrimas de cristal de las arañas. Lámparas de bronce y cristal de roca de principios del XX; con velas en el techo y tulipas de algodón en crudo con reguladores de intensidad en las de las mesillas. Mesillas rescatadas y restauradas con sobres de mármol. En el suelo una gran alfombra persa en tonos oscuros y para darle el toque verde, una palmera dentro de un capazo de rafia.
Abrazo grande,
Antonio
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